Descripción
Espectros, demonios, yōkai… Una recopilación escalofriante de seres sobrenaturales del folclore japonés representados en las obras maestras del grabado japonés. Excelentes reproducciones a todo color de más de 120 grabados. El folclore japonés está poblado por terroríficos monstruos sobrenaturales, demonios y fantasmas. Durante el periodo Edo (1603-1868), grandes maestros como Hokusai, Hiroshige y Kuniyoshi realizaron multitud de coloridos grabados en los que estos seres monstruosos cobraban vida para ilustrar cuentos populares e historias de terror.
Presentamos las ilustraciones más icónicas y espectaculares de yūrei (espectros), oni (demonios), kaijin (hechiceros) y yōkai (monstruos sobrenaturales) acompañadas de una introducción básica a la historia de cada criatura. Más de 120 obras de arte brindan a los lectores una imagen clara y aterradora del mundo sobrenatural japonés, cuyas criaturas han pervivido través de los años e influenciado numerosos géneros artísticos, incluidos el manga y los videojuegos. Un libro pensado para los amantes del arte japonés, los entusiastas del folclore y la mitología y los apasionados de la cultura popular japonesa.
Ei Nakau (n. 1934), miembro permanente de la Sociedad Internacional del ukiyo-e, ha dedicado su vida al estudio de los grabados japoneses y la colección personal que ha logrado reunir a lo largo de los años es una de las más importantes de Japón. En esta nueva recopilación de grabados japoneses, Nakau reúne obras de temática sobrenatural de artistas tan destacados como: Katsushika Hokusai (1760-1849). Artista de ukiyo-e de finales del periodo Edo también conocido por el pseudónimo de Gakyojin (el loco de los dibujos). Fue discípulo de Shunsho y cultivó numerosos géneros, en especial los dibujos de parajes famosos (meisho-e). Su obra más conocida es la serie Fugaku sanjurokkei (Treinta y seis vistas del monte Fuji). Utagawa Kuniyoshi (1797-1892), hijo un tintorero, diseñaba patrones para las telas de su padre. Su talento llamó la atención del famoso maestro Utagawa Toyokuni, que lo tomó como aprendiz en 1811. El éxito le permitió abordar otras temáticas: paisajes, bellezas femeninas, actores de kabuki. Admirador del Impresionismo europeo, Kuniyoshi experimentó con técnicas occidentales, en especial la perspectiva y el sombreado. A finales de su carrera tuvo problemas con la censura, la que respondió con la sátira y la ironía de sus últimas obras.
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