Cáceres. El mediodía eterno y la tira de pruebas (Obra completa)

Autor(es): De Mussy, Luis
Editorial: Cuarto Propio
Año: 2005
Ciudad: Santiago

A grandes rasgos, cuando hablamos de soberanía, estamos entendiendo -como dice George Bataille- que el individuo soberano es aquel que no transa con el medio socio-económico en que está inserto y que, a pesar de saber que sus acciones le pueden provocar daño, en cualquier dimensión y forma, continúa en persecución de lo que desinteresadamente le entregue un mayor grado de conciencia y le evite la sumisión a cualquier propuesta, persona, grupo, institución o idea. Sea esto placentero o repugnante, lo que importa es el nivel de experiencia interior, el conocimiento que se logra y la estimulación de la subsistencia común. “Cada ser humano que no va hasta el punto extremo es el servidor o el enemigo del hombre. En la medida en que no provee, por cualquier tarea servil, a la subsistencia común, su deserción colabora a dar al hombre un destino despreciable”. De ahí que destaquemos que Cáceres se hizo a sí mismo a imagen de lo que él soberanamente quiso ser: un intelectual, sensible, creativo y dueños de sus miedo e incertidumbres; esto, obviamente, asumiendo todos los costos que implica ofrecer sus propios deseos y sueños, sus alternativas de futuro, y sus búsquedas creativas a cambio de un presente que le fue infinito: el mediodía eterno. Cáceres no dudó en mirar a los ojos al Dios que tenía dentro, costara lo que costara, ya que sabía que esa actitud era la clave del éxtasis y la liberación que caracteriza a los pocos artistas que realmente tienen algo significativo que decir y reflejar de la sociedad, en todos aquellos que estén dispuestos a sacarse la piel para ver de qué están hechos.

$60.000

1 disponibles

Descripción

A grandes rasgos, cuando hablamos de soberanía, estamos entendiendo -como dice George Bataille- que el individuo soberano es aquel que no transa con el medio socio-económico en que está inserto y que, a pesar de saber que sus acciones le pueden provocar daño, en cualquier dimensión y forma, continúa en persecución de lo que desinteresadamente le entregue un mayor grado de conciencia y le evite la sumisión a cualquier propuesta, persona, grupo, institución o idea. Sea esto placentero o repugnante, lo que importa es el nivel de experiencia interior, el conocimiento que se logra y la estimulación de la subsistencia común. “Cada ser humano que no va hasta el punto extremo es el servidor o el enemigo del hombre. En la medida en que no provee, por cualquier tarea servil, a la subsistencia común, su deserción colabora a dar al hombre un destino despreciable”. De ahí que destaquemos que Cáceres se hizo a sí mismo a imagen de lo que él soberanamente quiso ser: un intelectual, sensible, creativo y dueños de sus miedo e incertidumbres; esto, obviamente, asumiendo todos los costos que implica ofrecer sus propios deseos y sueños, sus alternativas de futuro, y sus búsquedas creativas a cambio de un presente que le fue infinito: el mediodía eterno. Cáceres no dudó en mirar a los ojos al Dios que tenía dentro, costara lo que costara, ya que sabía que esa actitud era la clave del éxtasis y la liberación que caracteriza a los pocos artistas que realmente tienen algo significativo que decir y reflejar de la sociedad, en todos aquellos que estén dispuestos a sacarse la piel para ver de qué están hechos.

Valoraciones

No hay valoraciones aún.

Solo los usuarios registrados que hayan comprado este producto pueden hacer una valoración.