El crítico como artista. La importancia de no hacer nada & La importancia de discutirlo todo

Autor(es): Wilde, Oscar
Editorial: Reino de Cordelia
Año: 2010
Ciudad: Madrid

Tan solo un mes después de publicar de El retrato de Dorian Gray, en julio de 1890 apareció la primera parte de su ensayo El crítico como artista. En septiembre de ese mismo año salió la segunda. Con lenguaje desenfadado y mordaz, propone que la labor del crítico es más meritoria que la del artista y aprovecha para escandalizar a la sociedad de su época con provocaciones y epigramas. Establece que la diferencia entre periodismo y literatura radica en que «el periodismo es ilegible y la literatura no se lee». Afirma que el público inglés «se siente mucho más a gusto cuando le habla un mediocre», y defiende los libros de memorias porque están escritos por personas que «han perdido por completo la memoria o nunca han hecho nada digno de ser recordado». Vivimos «una época en la que las gentes son tan laboriosas —opina— que se han vuelto rematadamente estúpidas».

Traducción de Lorenzo F. Díaz y Catalina Martínez Muñoz

120 páginas

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Descripción

Tan solo un mes después de publicar de El retrato de Dorian Gray, en julio de 1890 apareció la primera parte de su ensayo El crítico como artista. En septiembre de ese mismo año salió la segunda. Con lenguaje desenfadado y mordaz, propone que la labor del crítico es más meritoria que la del artista y aprovecha para escandalizar a la sociedad de su época con provocaciones y epigramas. Establece que la diferencia entre periodismo y literatura radica en que «el periodismo es ilegible y la literatura no se lee». Afirma que el público inglés «se siente mucho más a gusto cuando le habla un mediocre», y defiende los libros de memorias porque están escritos por personas que «han perdido por completo la memoria o nunca han hecho nada digno de ser recordado». Vivimos «una época en la que las gentes son tan laboriosas —opina— que se han vuelto rematadamente estúpidas».

Oscar Wilde (Dublín, 1854 – París, 1900) fue uno de los escritores más ingeniosos y populares de su tiempo. Brillante, mordaz, incisivo, elegante, cultivó la novela, el ensayo, el teatro, la poesía y el relato breve. En 1888 publicó El príncipe feliz y otros cuentos, su primer libro de relatos, y en 1890 apareció su única novela, El retrato de Dorian Gray, donde sobrepone la calidad artística a la estricta moral de la época victoriana. Tan solo un mes después apareció la primera parte de su ensayo El crítico como artista, titulada La importancia de no hacer nada, a la que seguiría La importancia de discutirlo todo. Su larga carrera de éxitos se interrumpió en 1895, cuando fue acusado de «indecencia grave» por mantener relaciones sexuales con Lord Alfred Douglas, hijo del marqués de Queensberry, lo que le costó dos años de trabajos forzados. Al salir de prisión, arruinado económica y espiritualmente, se retiró a Francia, en donde apenas recibió el consuelo de un puñado de amigos. El tiempo lo ha confirmado como uno de los maestros indiscutibles de la Literatura.

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