El imperio de la normalidad. Neurodiversidad y capitalismo

Autor(es): Chapman, Robert
Editorial: Caja Negra
Año: 2025
Ciudad: Buenos Aires

Este libro aborda un fenómeno cada vez más acuciante: el deterioro generalizado de la salud mental, expresado en el aumento de los diagnósticos de trastornos de ansiedad, depresión o déficit de atención. Al mismo tiempo, clarifica e historiza una noción que hoy se utiliza ampliamente sin mayores precisiones, mientras es usufructuada por las compañías farmacéuticas y la industria del buen vivir: la “neurodiversidad”.

El movimiento de la neurodiversidad surgió en los grupos de activismo autista durante la década del noventa. Su planteo era que deberíamos rechazar la idea misma de un cerebro “normal” y reconocer que existen muchos tipos de mentes y de sensibilidades, tal como sucede con la biodiversidad. El alcance de sus preocupaciones fue extendiéndose e incluyendo otras condiciones igualmente consideradas “neurodivergentes”, como por ejemplo la epilepsia o la bipolaridad, para luego volverse aún más inclusivo al reconocer la profunda conexión entre discapacidad mental y corporal.

Robert Chapman, desde su experiencia como persona del espectro autista, ofrece una historia materialista de la neurodiversidad, que subraya la relación entre explotación y salud mental. Lo que denomina “el Imperio de la Normalidad” es el conjunto de imposiciones científicas, institucionales, culturales y legales que determinan una clasificación entre lo patológico y lo normal, según su relación con el mandato productivista. En la actualidad, el mundo se transformó en un lugar cada vez más hostil tanto para las personas neurodivergentes como neurotípicas debido a fenómenos como la intensificación de los estímulos sensitivos, la privatización del estrés o los crecientes requisitos emocionales de la economía de servicios. Esta generalización del malestar establece las condiciones para que emerja una política radical de la neurodiversidad que se atreva a ir más allá de los límites del reformismo liberal y la ampliación de derechos. Solo desde un enfoque interseccional, en el que el activismo neurodivergente entre en diálogo con las desigualdades de clase, raza, sexo y género, se podrán poner en cuestión las bases mismas del Imperio de la Normalidad, como aporte crucial para la emancipación colectiva.

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Descripción

Este libro aborda un fenómeno cada vez más acuciante: el deterioro generalizado de la salud mental, expresado en el aumento de los diagnósticos de trastornos de ansiedad, depresión o déficit de atención. Al mismo tiempo, clarifica e historiza una noción que hoy se utiliza ampliamente sin mayores precisiones, mientras es usufructuada por las compañías farmacéuticas y la industria del buen vivir: la “neurodiversidad”.

El movimiento de la neurodiversidad surgió en los grupos de activismo autista durante la década del noventa. Su planteo era que deberíamos rechazar la idea misma de un cerebro “normal” y reconocer que existen muchos tipos de mentes y de sensibilidades, tal como sucede con la biodiversidad. El alcance de sus preocupaciones fue extendiéndose e incluyendo otras condiciones igualmente consideradas “neurodivergentes”, como por ejemplo la epilepsia o la bipolaridad, para luego volverse aún más inclusivo al reconocer la profunda conexión entre discapacidad mental y corporal.

Robert Chapman, desde su experiencia como persona del espectro autista, ofrece una historia materialista de la neurodiversidad, que subraya la relación entre explotación y salud mental. Lo que denomina “el Imperio de la Normalidad” es el conjunto de imposiciones científicas, institucionales, culturales y legales que determinan una clasificación entre lo patológico y lo normal, según su relación con el mandato productivista. En la actualidad, el mundo se transformó en un lugar cada vez más hostil tanto para las personas neurodivergentes como neurotípicas debido a fenómenos como la intensificación de los estímulos sensitivos, la privatización del estrés o los crecientes requisitos emocionales de la economía de servicios. Esta generalización del malestar establece las condiciones para que emerja una política radical de la neurodiversidad que se atreva a ir más allá de los límites del reformismo liberal y la ampliación de derechos. Solo desde un enfoque interseccional, en el que el activismo neurodivergente entre en diálogo con las desigualdades de clase, raza, sexo y género, se podrán poner en cuestión las bases mismas del Imperio de la Normalidad, como aporte crucial para la emancipación colectiva.

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