Descripción
Inspirados por el hallazgo de la ecóloga Suzanne Simard, quién demostró que, en las poblaciones de abetos y abedules, los árboles se ayudan comunicándose entre sí mediante una red de hongos subterráneos, estos textos se comunican unos con otros, a su vez que exponen sus receptores buscando nuevos enlaces comunicantes. O así entendemos el diálogo que se abre con los epílogos de Victoria Ramírez (@victoriaramirezmansilla ) y Daniela Céspedes (@dadanits ), cada una escribiendo desde su campo de interés.
Compuesto por cuatro partes, El sueño de toda célula es devenir en más células, un sueño que se nutre de lecciones de viejas maestras, de acción política, del lenguaje de las enciclopedias de botánica, cuando en su trabajo de documentación se prende una lumbrera poética. Maricela Guerrero data un herbario en que las taxonomías tropiezan y los discursos en «voz de subida y de bajada nos llevan al lenguaje del humus, del nitrógeno, de los nutrientes y las canciones de cuna que permanecen bajo los lentes del microscopio». En esta colección de hojas, que bien podría leerse como un ensayo botánico o una cartografía biográfica, injertada con afectos y vegetaciones en potencia, se descifra una fluidez de la forma, una rebeldía propia cuando las clasificaciones no alcanzan. El sueño de toda célula es un organismo que se planta frente al extractivismo exacerbado y respira, un error biológico que entre contradicciones y catástrofe ecológica halla una manera de estrechar enlaces y memoria, de componer una red fibrosa que vincula ensoñaciones dentro de un mundo en ebullición.
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