Isla N° 2

Autor(es): Arriagada, Carolina; Bernal, Claudio; Darmendrail, Luis & Toro, Cristián
Editorial: Almacén/Dostercios
Año: 2020
Ciudad: Concepción

Ya son casi ocho meses desde que la sociedad chilena despertó y se alzó contra la desigualdad y los abusos de un sistema que por décadas ha imperado en nuestro país. Un proceso concordante con otros a nivel global que evidencia la reacción popular ante el desequilibrio de una pretenciosa globalización y que al mismo tiempo ha sido un retorno del sentido crítico a la sociedad, agotada por la alienación y de que “no todo está bien”.

La creación siempre despierta ante la reacción y desde octubre pasado hemos visto cómo se han multiplicado las manifestaciones artísticas expresando ese sentir y asociadas también a la población, integrándola y formando un canal de divulgación de las pasiones colectivas. Ocho meses han pasado desde ese estallido y hoy se agrega una pandemia global que ha acentuado los resultados de esta sociedad despolitizada y quebrantada. Barrios y poblaciones que son islas autónomas divididas por calles, autopistas, líneas férreas y tendidos eléctricos, que nacieron de planificaciones débiles pensadas desde un computador o del ignorante trazo de un urbanista que desde las alturas no ha sido capaz de ver la multiplicidad de colores, vidas y modos de habitar de la población en general. Un alejamiento de la realidad del que podemos encontrar además huellas durante la década de 1970 y 1980 bajo el yugo militar que fomentó expulsiones, movimientos forzados y expropiaciones. Una sumatoria de hechos que da como resultado ciudades disgregadas plagadas de voces silenciadas que en la búsqueda de la dignidad y del acceso a derechos básicos se han alzado y unido.

El Bosque, La Pintana, Puente Alto, Teniente Merino, Santa Sabina, Boca Sur y tantas otras comunas y barrios, comparten trayectorias y un pasado común teniendo hoy un presente marcado por la lucha y por la integración de nuevos procesos como el arribo de una población migrante que ha dado nuevos matices a la ciudad, resignificando espacios y modos de habitar, eso sí, aún sin ser parte de las llamadas políticas urbanas que de política solo se quedan en la terminología. Expresiones sociales de cambios que se contraponen al mutismo de la despolitización y que es un sentir que el arte ha sabido llevar y expresar. Basta ver cómo la proyección de la palabra “HAMBRE” generó tantos anticuerpos en los que nos quieres despolitizar dando cuenta de cómo la creación expresa la reacción de un sentir masivo. La pregunta es, ¿podremos encontrar esa reacción en los espacios “doctos” o tradicionales de exhibición artística? ¿se ha despolitizado el arte? Al parecer, más allá de cualidades reaccionarias o de complementar la discusión crítica, nos damos cuenta que en un afán por teorizar o por academizar la creación, se reducen los valores de la expresión e incluso se omiten pasajes o autores que dejaron un legado con su trabajo, despertando emociones e incomodando a elites. La historia da cuenta de aquello y la ausencia de planteamientos críticos del arte da como resultado la construcción de relatos livianos distanciados de procesos o posiciones categóricas de los radicales tiempos que vivimos que son repercusiones de momentos del ayer.

Lo presentado en un salón o un “museum” es limitado y las musas no están en el discurso preparado por los saberes validados por la academia, están en la calle y los muros de la ciudad, lienzos explícitos de la crítica y el despertar que instan a resignificar la misma oficialidad del arte. Signos de cambios donde el cuestionamiento, la crítica y la política se han adherido a la población y sus expresiones, construyendo puentes entre islas y el conocimiento pero que al parecer muchos prefieren mantener separadas y en silencio.

$3.000

Sin existencias

Únete a la lista de espera y recibe un mail cuando este producto este disponible.

Descripción

Ya son casi ocho meses desde que la sociedad chilena despertó y se alzó contra la desigualdad y los abusos de un sistema que por décadas ha imperado en nuestro país. Un proceso concordante con otros a nivel global que evidencia la reacción popular ante el desequilibrio de una pretenciosa globalización y que al mismo tiempo ha sido un retorno del sentido crítico a la sociedad, agotada por la alienación y de que “no todo está bien”.

La creación siempre despierta ante la reacción y desde octubre pasado hemos visto cómo se han multiplicado las manifestaciones artísticas expresando ese sentir y asociadas también a la población, integrándola y formando un canal de divulgación de las pasiones colectivas. Ocho meses han pasado desde ese estallido y hoy se agrega una pandemia global que ha acentuado los resultados de esta sociedad despolitizada y quebrantada. Barrios y poblaciones que son islas autónomas divididas por calles, autopistas, líneas férreas y tendidos eléctricos, que nacieron de planificaciones débiles pensadas desde un computador o del ignorante trazo de un urbanista que desde las alturas no ha sido capaz de ver la multiplicidad de colores, vidas y modos de habitar de la población en general. Un alejamiento de la realidad del que podemos encontrar además huellas durante la década de 1970 y 1980 bajo el yugo militar que fomentó expulsiones, movimientos forzados y expropiaciones. Una sumatoria de hechos que da como resultado ciudades disgregadas plagadas de voces silenciadas que en la búsqueda de la dignidad y del acceso a derechos básicos se han alzado y unido.

El Bosque, La Pintana, Puente Alto, Teniente Merino, Santa Sabina, Boca Sur y tantas otras comunas y barrios, comparten trayectorias y un pasado común teniendo hoy un presente marcado por la lucha y por la integración de nuevos procesos como el arribo de una población migrante que ha dado nuevos matices a la ciudad, resignificando espacios y modos de habitar, eso sí, aún sin ser parte de las llamadas políticas urbanas que de política solo se quedan en la terminología. Expresiones sociales de cambios que se contraponen al mutismo de la despolitización y que es un sentir que el arte ha sabido llevar y expresar. Basta ver cómo la proyección de la palabra “HAMBRE” generó tantos anticuerpos en los que nos quieres despolitizar dando cuenta de cómo la creación expresa la reacción de un sentir masivo. La pregunta es, ¿podremos encontrar esa reacción en los espacios “doctos” o tradicionales de exhibición artística? ¿se ha despolitizado el arte? Al parecer, más allá de cualidades reaccionarias o de complementar la discusión crítica, nos damos cuenta que en un afán por teorizar o por academizar la creación, se reducen los valores de la expresión e incluso se omiten pasajes o autores que dejaron un legado con su trabajo, despertando emociones e incomodando a elites. La historia da cuenta de aquello y la ausencia de planteamientos críticos del arte da como resultado la construcción de relatos livianos distanciados de procesos o posiciones categóricas de los radicales tiempos que vivimos que son repercusiones de momentos del ayer.

Lo presentado en un salón o un “museum” es limitado y las musas no están en el discurso preparado por los saberes validados por la academia, están en la calle y los muros de la ciudad, lienzos explícitos de la crítica y el despertar que instan a resignificar la misma oficialidad del arte. Signos de cambios donde el cuestionamiento, la crítica y la política se han adherido a la población y sus expresiones, construyendo puentes entre islas y el conocimiento pero que al parecer muchos prefieren mantener separadas y en silencio.

Indice

03 Editorial
04 Despolitización del Espacio Público \ Carolina Arriagada
08 Contradicciones \ Luis Darmendrail
10 Ilustración \ Cristian Toro
12 Una Historia condenada a repetirse \ Claudio Bernal

Valoraciones

No hay valoraciones aún.

Solo los usuarios registrados que hayan comprado este producto pueden hacer una valoración.