La naturaleza de las cosas

Autor(es): Lucrecio
Editorial: Alianza Editorial
Año: 2016
Ciudad: Madrid

En el ámbito de la literatura latina antigua el poema ?La naturaleza de las cosas? constituye sin lugar a dudas una obra verdaderamente singular: primero porque se trata de una composición de lo que se ha denominado «épica científica», y en segundo lugar porque por su contenido conforma la exposición más completa de todo un sistema físico-filosófico. En ella, Lucrecio (ca. 98-ca. 55 a.C.), quien se proclama discípulo de Epicuro, expone … Ver más Ocultar En el ámbito de la literatura latina antigua el poema ?La naturaleza de las cosas? constituye sin lugar a dudas una obra verdaderamente singular: primero porque se trata de una composición de lo que se ha denominado «épica científica», y en segundo lugar porque por su contenido conforma la exposición más completa de todo un sistema físico-filosófico. En ella, Lucrecio (ca. 98-ca. 55 a.C.), quien se proclama discípulo de Epicuro, expone las teorías físicas con él asociadas y defiende la idea de que el mundo y todo cuanto en él se contiene es pura materia regida por unas leyes mecanicistas que gobiernan los movimientos de esas minúsculas partículas llamadas «átomos». Admirado por figuras como Voltaire, Goethe o Leopardi, la obra alcanza asimismo en numerosos pasajes cotas de sublime inspiración poética. Traducción e introducción de Miguel Castillo Bejarano En el ámbito de la literatura latina antigua el poema ?La naturaleza de las cosas? constituye sin lugar a dudas una obra verdaderamente singular: primero porque se trata de una composición de lo que se ha denominado «épica científica», y en segundo lugar porque por su contenido conforma la exposición más completa de todo un sistema físico-filosófico. En ella, Lucrecio (ca. 98-ca. 55 a.C.), quien se proclama discípulo de Epicuro, expone las teorías físicas con él asociadas y defiende la idea de que el mundo y todo cuanto en él se contiene es pura materia regida por unas leyes mecanicistas que gobiernan los movimientos de esas minúsculas partículas llamadas «átomos». Admirado por figuras como Voltaire, Goethe o Leopardi, la obra alcanza asimismo en numerosos pasajes cotas de sublime inspiración poética.

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Descripción

En el ámbito de la literatura latina antigua el poema ?La naturaleza de las cosas? constituye sin lugar a dudas una obra verdaderamente singular: primero porque se trata de una composición de lo que se ha denominado «épica científica», y en segundo lugar porque por su contenido conforma la exposición más completa de todo un sistema físico-filosófico. En ella, Lucrecio (ca. 98-ca. 55 a.C.), quien se proclama discípulo de Epicuro, expone … Ver más Ocultar En el ámbito de la literatura latina antigua el poema ?La naturaleza de las cosas? constituye sin lugar a dudas una obra verdaderamente singular: primero porque se trata de una composición de lo que se ha denominado «épica científica», y en segundo lugar porque por su contenido conforma la exposición más completa de todo un sistema físico-filosófico. En ella, Lucrecio (ca. 98-ca. 55 a.C.), quien se proclama discípulo de Epicuro, expone las teorías físicas con él asociadas y defiende la idea de que el mundo y todo cuanto en él se contiene es pura materia regida por unas leyes mecanicistas que gobiernan los movimientos de esas minúsculas partículas llamadas «átomos». Admirado por figuras como Voltaire, Goethe o Leopardi, la obra alcanza asimismo en numerosos pasajes cotas de sublime inspiración poética. Traducción e introducción de Miguel Castillo Bejarano En el ámbito de la literatura latina antigua el poema ?La naturaleza de las cosas? constituye sin lugar a dudas una obra verdaderamente singular: primero porque se trata de una composición de lo que se ha denominado «épica científica», y en segundo lugar porque por su contenido conforma la exposición más completa de todo un sistema físico-filosófico. En ella, Lucrecio (ca. 98-ca. 55 a.C.), quien se proclama discípulo de Epicuro, expone las teorías físicas con él asociadas y defiende la idea de que el mundo y todo cuanto en él se contiene es pura materia regida por unas leyes mecanicistas que gobiernan los movimientos de esas minúsculas partículas llamadas «átomos». Admirado por figuras como Voltaire, Goethe o Leopardi, la obra alcanza asimismo en numerosos pasajes cotas de sublime inspiración poética. Traducción e introducción de Miguel Castillo Bejarano

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