Descripción
Los territorios no constituyen mapa, sino una constelación de imágenes, sensaciones que se expanden en todo el sistema nervioso. Esa territorialidad vincula y determina las percepciones, a la vez que cada una de sus capas, transparentes, adquiere una sonoridad que desde un silencio aparente se materializa en palabras.
Clemente Riedemann descubre y construye espacios que no solo materializan un paisaje, sino también una historia social y privada, de ancestros que parecen lejanos pero que en su escritura están en constante actualización. Es aquí donde la obra de Riedemann se despliega y sorprende en su indagación y concreción de un imaginario que ha sido designado como “Antropología poética”, también posteriormente como “Suralidad”.
Más que antropología, esta escritura develó en su momento un presente negado, de larga data, y al hacer escritura su oralidad, no actúa como un rescate sino como presencia necesaria e ineludible de un presente. La obra no hace correlato sino que ejerce su materialidad como un elemento indispensable en la forma de relacionarse en el territorio.
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